Cuando nos referimos por escrito directamente a una persona, por ejemplo, cuando enviamos un mensaje o transcribimos una conversación (lo que en lingüística se denomina vocativo), el nombre propio debe ir siempre entre comas, seguido de coma si inicia la frase o precedido por ella si la cierra:
- Mira, Carlos, la razón solo tiene un camino.
- Matilde, deja ya de estudiar, anda.
- ¡Cállate, Sebastián!
Lo mismo sucede si usamos un pronombre o si nos referimos a un grupo de personas:
- Ustedes, vayan entrando de uno en uno, por favor.
- A ver, los de la última fila, prestadme un poquito de atención.
- ¡Bajad la música, chicas!